La sociedad civil y sus enemigos

El próximo cartel de peleas de la oposición contra el gobierno se fija entonces para el 10 y 11 de abril en Panamá
Arnaldo M. Fernández, Broward  Cuba Encuentro

Dizque la noción de sociedad civil “parece tener las propiedades de un gas”,[1] ya que se expande o contrae a gusto, pero falta añadir que, entre cubanos, se puede expandir y contraer de un solo golpe, como acaba de suceder con el planteo de que “la pelea, ahora, es por la sociedad civil”.
  • Expansión: “En el discurso donde anunció su voluntad de reestablecer relaciones diplomáticas con Cuba, Barack Obama exigió que la sociedad civil cubana estuviera presente en la Cumbre de las Américas, a celebrarse en abril, a la que asistirá también una representación gubernamental”.
Así, la sociedad civil cubiche se expandiría hasta colarse en una cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno auspiciada por la OEA. Obama no exigió semejante desatino, sino que apenas dijo esto: “We are prepared to have Cuba join the other nations of the hemisphere at the Summit of the Americas. But we will insist that civil society join us so that citizens, not just leaders, are shaping our future.

Hay que tener ganas de tumbar un viaje a Panamá para tergiversar, como exigencia de que la sociedad civil cubana (en particular) esté presente en la Cumbre de las Américas, la insistencia de Obama en que la sociedad civil (en general) se una a los líderes políticos para que también los ciudadanos conformen el futuro común.
  • Contracción: “[Cabe aludir] al CENESEX de Mariela Castro Espín, donde coinciden venturosamente la sociedad civil y la sucesión política”.
Pensar a estas alturas que la sucesión política en Cuba se contrae al apellido Castro indica no haber comprendido nunca que el castrismo cuajó como dictadura de partido único. Y lo peor es que perdurará por entre tantos rivales discapacitados.
La pelea
El próximo cartel de peleas de la oposición contra el gobierno se fija entonces para el 10 y 11 de abril en Panamá, aunque desde 1994 está pactado por la OEA que al ring de las cumbres suban nada más los titulares del liderazgo político de cada país.
El gobierno tiene previsto otro cartel para el 19 de abril en Cuba, con peleas en 24 mil 701 sedes denominadas colegios electorales. Como estas peleas están pactadas entre candidatos del gobierno, la oposición ganaría solo si la gente va, pero no vota por ninguno de aquellos, sino que deja en blanco o anula la boleta.
El llamado a pelear por la sociedad civil acota: “Expulsada de lo parlamentario desde su origen, la oposición política cubana se encuentra amenazada de ser expulsada también de la sociedad civil”, pero agrega que “EEUU no podría prescindir de los grupos de oposición, que han sido hasta ahora sus únicos interlocutores dentro del país. Por política o por retórica, necesita de ellos”.
No hay tal necesidad. Aparte de que la propia SINA en La Habana informó a Washington que los grupos de oposición no sirven para nada políticamente, ya viene llegando el momento en que convendrán más a la retórica de Washington las movidas del gobierno que otro alarde vacío de Antúnez, otra bambolla de Fariñas, otra chusmería de las Damas de Blanco u otro performance opositor cualquiera.
Está claro que el Estado totalitario se define por la ausencia forzada de oposición parlamentaria, pero igual de claro resulta que la sociedad civil depende al menos indirectamente del Estado. Aunque “EEUU se propone interactuar con la sociedad civil cubana”, tendrá que hacerlo por la canalita denominada marco legal.
Así que la pelea de verdad no es “por la definición de la sociedad civil”, sino la misma pelea de siempre por cambiar el marco legal. Para ello la oposición tiene que meterse en el parlamento y no podrá hacerlo sin ganarse primero al pueblo. Sólo así impediría quedarse fuera de la sociedad civil. Esa ha sido la pelea desde que los cubanos votan directamente por los diputados a la Asamblea Nacional. Sólo que esa pelea es dura y de barrio, sin viaje a Panamá ni otras sabrosuras.
La definición
Abogar por —y más aún financiar— la presencia de representantes de la sociedad civil cubana en la Cumbre de las Américas no es parte de la sociedad civil, sino mera estrategia política de quienes desean controlarla. Los grupos auténticos de la sociedad civil cubana no tienen ni siquiera que estar conscientes de formar parte de ella. Al imprimir giros políticos a la sociedad civil —ya sea para reforzar el Estado realmente existente o para intentar superarlo con otro mejor, para colmo con ayuda de un Estado extranjero— se falsea la esencia de aquella como red de estructuras sociales que no dependen directamente del Estado.[2]
Y en cuanto a definiciones, cada cual acerca la brasa a su sardina, sin importar ni siquiera que se queme. Una ponencia CAFEtera, por ejemplo, atribuyó a Habermas concebir la sociedad civil en “frontal oposición al Estado”, a pesar de su posición clara sobre la sociedad civil “en diálogo” con el Estado y aun consigo misma.[3] Así nos toparemos a cada paso con la definición que más convenga al propósito, desde proyectos de profundización democrática hasta estudios dizque académicos sobre transformaciones sociales y políticas.

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