El general Raúl Castro sonaba con una nota ominosa al insinuar que la normalización completa podría depender de demandas inverosímiles como la entrega de la Base Naval estadounidense de Guantánamo o las reparaciones por el embargo. Martí Noticias
El Washington Post alerta en un editorial que las altas expectativas y ansiedades profundas, que rodean el deshielo entre Estados Unidos y Cuba, que el presidente Barack Obama anunció hace dos meses, se estrellan contra la realidad de que el proceso todavía está en sus primeros y tímidos balbuceos.
Los dos países no han acordado nada aún sobre uno de los asuntos bilaterales más simples: la apertura de embajadas de pleno derecho en sus respectivas capitales, dice el editorial.
El general cubano Raúl Castro sonaba con una nota ominosa al insinuar que la normalización completa podría depender de tales demandas inverosímiles como la entrega de la Base Naval estadounidense de Guantánamo o las reparaciones por el embargo.
Los líderes políticos harían bien en no sucumbir a la exuberancia inducida de la transformación de las relaciones económicas que podrían estar a la mano - y mucho menos acerca de la transformación política del régimen comunistacubano. Los contactos oficiales no deben endulzar o dar legitimidad inmerecida a una dictadura dinástica que sigue siendo uno de los más represivos del planeta.
El editorial considera que la visita a La Habana de la delegación demócrata Nancy Pelosi (Calif.), y un grupo de tres senadores demócratas Mark R. Warner (Va.), Amy Klobuchar (Minn.) Y Claire McCaskill ( Mo.) como algo cuando menos idealista.
La Sra Klobuchar dijo efusivamente que ella y sus colegas "caminaban libremente por las calles y que hablaron con quién querían", aparentemente estuvieron ajenos a la vigilancia política dentro de la cual se produjeron esas conversaciones. Ambas delegaciones encontraron tiempo para reunirse con funcionarios castristas, incluyendo una reunión con el vicepresidente Miguel Díaz-Canel, el sucesor designado del Sr. Castro.
Sin embargo, ninguna con los disidentes, muchos de los cuales ya se sienten comprensiblemente preocupados de que el Sr. Obama negoció con el régimen de Castro sobre sus cabezas. En cambio, los legisladores estadounidenses se reunieron con representantes no identificados "sociedad civil".
Después de que la delegación senatorial, recuerda el diario, salió de Cuba, las autoridades en la Isla anunciaron que retrasarían cualquiera de otras de esas visitas por un tiempo debido a problemas de programación no especificados. Y finaliza el editorial diciendo que "el hecho de que los grupos de la Cámara y del Senado no vieran a los disidentes, sugirió a algunos críticos de la nueva política estadounidense hacia la isla que estas visitas se hacen bajo el sometimiento de las reglas de la dictadura".
El Washington Post alerta en un editorial que las altas expectativas y ansiedades profundas, que rodean el deshielo entre Estados Unidos y Cuba, que el presidente Barack Obama anunció hace dos meses, se estrellan contra la realidad de que el proceso todavía está en sus primeros y tímidos balbuceos.
Los dos países no han acordado nada aún sobre uno de los asuntos bilaterales más simples: la apertura de embajadas de pleno derecho en sus respectivas capitales, dice el editorial.
El general cubano Raúl Castro sonaba con una nota ominosa al insinuar que la normalización completa podría depender de tales demandas inverosímiles como la entrega de la Base Naval estadounidense de Guantánamo o las reparaciones por el embargo.
Los líderes políticos harían bien en no sucumbir a la exuberancia inducida de la transformación de las relaciones económicas que podrían estar a la mano - y mucho menos acerca de la transformación política del régimen comunistacubano. Los contactos oficiales no deben endulzar o dar legitimidad inmerecida a una dictadura dinástica que sigue siendo uno de los más represivos del planeta.
El editorial considera que la visita a La Habana de la delegación demócrata Nancy Pelosi (Calif.), y un grupo de tres senadores demócratas Mark R. Warner (Va.), Amy Klobuchar (Minn.) Y Claire McCaskill ( Mo.) como algo cuando menos idealista.
La Sra Klobuchar dijo efusivamente que ella y sus colegas "caminaban libremente por las calles y que hablaron con quién querían", aparentemente estuvieron ajenos a la vigilancia política dentro de la cual se produjeron esas conversaciones. Ambas delegaciones encontraron tiempo para reunirse con funcionarios castristas, incluyendo una reunión con el vicepresidente Miguel Díaz-Canel, el sucesor designado del Sr. Castro.
Sin embargo, ninguna con los disidentes, muchos de los cuales ya se sienten comprensiblemente preocupados de que el Sr. Obama negoció con el régimen de Castro sobre sus cabezas. En cambio, los legisladores estadounidenses se reunieron con representantes no identificados "sociedad civil".
Después de que la delegación senatorial, recuerda el diario, salió de Cuba, las autoridades en la Isla anunciaron que retrasarían cualquiera de otras de esas visitas por un tiempo debido a problemas de programación no especificados. Y finaliza el editorial diciendo que "el hecho de que los grupos de la Cámara y del Senado no vieran a los disidentes, sugirió a algunos críticos de la nueva política estadounidense hacia la isla que estas visitas se hacen bajo el sometimiento de las reglas de la dictadura".
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