El cambio climático y el salpullido.

Por Rodolfo Monteblanco Los 4 Gatos
El tema en este Blog es Cuba. Y la isla forma parte del planeta, aunque hoy por allá lo mas importantes sea resolver la comida, este es un tema que a la corta o a la larga tambien influirá en nuestro pais. El que haya estado en el Malecón, cruzado la Bahia de La Habana o paseando por las bucólicas orillas del Almendares o el Quibú, sabe de que hablo.
Primero, en cuanto al término hay que apuntar que se ha generalizado después que el aterrador “Calentamiento Global” ha perdido su inicial glamour con el paso de los años y la impresión de los pronósticos al respecto. “Cambio Climático” es un término mas maleable, mas adaptable, mas reciclable para cualquier fenómeno que se le quiera adjudicar. Es un recurso conceptual, mas que un término científico.
Hoy, que la polarización alcanza a la ciencia ya tambien como rutina, este asunto se ha convertido en un ente de trasfondo político y económico. Sin señalar partidos para ser consecuentemente globales, es casi un diferendo entre las ideas liberales y conservadoras, con todos los matices intermedios que puedan existir entre ambas posiciones.

Y el principal aspecto en el debate es la influencia (digamos la culpa) del humano en tal cambio a escala planetaria y por supuesto, las medidas y las acciones para comprenderlo y contrarrestarlo, cuando puede significar un peligro para la supervivencia de nuestra especie. No olvidemos que para muchos este asunto es mas importante que el terrorismo islámico, ISIS y todo lo que se le suma.
Los liberales defienden en masa el concepto de que existe un Cambio Climático a consecuencia de las acciones del hombre. Algunos conservadores rechazan de plano el concepto y otros, entre los que me cuento, exigen los datos requeridos tomados sin ninguna influencia, intención o intereses político-financieros que lo demuestren. En realidad nadie ha sido capaz de demostrarlo a cabalidad. Ello me convierte junto a muchos en un escéptico que cree que en realidad existe un cambio climático el cual  primero hay que demostrar que no es cíclico y después que no es producto de efectos del propio planeta o del sistema solar.
Los liberales ahora plantean que no se puede permitir al escéptico y que también es un negador del cambio climático. Este tipo de totalitarismo científico les conviene pero no es cierto. Y repiten hasta el cansancio ahora que se basa en un consenso científico del 95% que cree en esa influencia humana y en las mediads que deben tomarse al respecto.
Este concepto ofrece a mi entneder varios puntos débiles.
El primero es el consenso. Yo creo firmemente que la ciencia no es asunto de consenso. Pero como hablamos del cariz político del tema se ha trasladado tal principio a fin de reforzar su universalidad. Y es que historicamente los grandes avances científicos y sociales se han logrado a pesar del consenso del momento. ¿No son suficientes ejemplos Copérnico, Galileo, Colón, Newton, Darwin, Finlay, Einstein, Flemming, Curie y tantos otros? Todos fueron contra el consenso. Y el 5% que hoy se ataca en masa por su escepticismo puede muy bien tener razón. Solo hay que demostrar que no la tienen.
De acuerdo al premiado por consenso Al Gore, hoy Barcelona debería estar sumergida en el oceáno. Y aunque el nivel del agua ha crecido (menos de un milímetro en una década) tal predicción alarmista ha resultado ser un tanto exagerada, mientras que el hielo polar ha tenido la mayor recuperacion desde 1978, década en la que por cierto se defendía el criterio de un “Enfriamiento Global” venidero y destructor.
Otro criterio muy extendido hoy es el de condenar a la generación global de CO2, cuyo conceptual efecto nocivo tampoco tiene marcada demostración a escala de planeta y siempre ha sido un elemento de intercambio terrenal entre plantas y humanos.
El otro asunto es que tal apelado consenso abarca fundamentalmente a climatólogos. Hay que incluir por supuesto a físicos, astrofisicos, astrónomos y toda una gama de especialistas que cubran los aspectos exteriores a nuestro planeta, en el sol, en la constelación, que de seguro influyen en nuestro globo. Tal vez en una imagen un tanto extrema, pienso que es como si el 95% de los peloteros de Grandes Ligas consensuaran  que el baseball es el mejor deporte del mundo y el que lo dude es un negador del baseball, no un escéptico del concepto.
Y el final tema es el de las acciones humanas posibles para detener ese fenómeno. Hasta hoy las veo totalemente insignificantes y muchas respaldadas y aupadas con la complacencia de los gobiernos para ingresar mas impuestos que no resuelven problema ambiental  alguno. El ejemplo típico es el Carbon Tax. Nada ha resuelto siquiera en Noruega que lo tiene implantado hace tres décadas.
Soy partidario de hacer todo lo que se pueda para reducir la contaminación y no permitir su incremento. Pero cuando vemos cosas como vetar al Keystone Pipeline alegando razones ambientales, uno debe analizar que algo anda mal en este asunto. Cuando es mas que obvio que un tubo de alta tecnología, sellado y protegido con todas las medidas imaginables, con ejemplos abundantes en operación  contamina mucho menos y es mas seguro que miles de vagones de tren ida y vuelta todos los dias. Solo demuestra que hay intereses muy fuertes y muy poderosos accionando tras estos temas y que su honestidad científica es muy dudosa.
Y no puede uno dejar de pensar que tal vez fue un humorista, el gran George Carlin, quien expresara una aguda visión popular de la hipocresía y la autosuficiencia que encierra el llamado a “salvar el planeta,” cuando los humanos somos solo un salpullido superficial que el planeta puede sacudirse en cuanto le de la gana.

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