Y después de la visita del Papa, ¿qué?

Abundan evaluaciones de la visita, escasean proyecciones de futuro/Cuba Encuentro
Eugenio Yáñez, Miami
Si algo no faltó en los últimos días en Miami fueron evaluaciones y opiniones sobre la visita del Papa Francisco a Cuba.
Hubo participaciones muy interesantes tanto en radio como en televisión, y otras que nunca se debieron haber realizado: algunos iluminados perdieron magníficas oportunidades de quedarse callados. Y ya comienza a aburrir el malsano hábito de la televisión de Miami, en español y en inglés, de que cada vez que en el ambiente hay un asunto en discusión sobre Cuba, lo cual es muy común, sea necesario llevar cámaras y reporteros al Versailles para recoger opiniones. Es cierto que esa plaza es emblemática para los cubanos en Miami, igual que está resultando El Arepazo para los venezolanos en Doral, pero Versailles no es el único símbolo para los cubanos ni todos van hasta allí. Con las distancias de Miami, el tráfico y el rastrero servicio de transporte público y taxis, decenas de miles de cubanos ni siquiera se acercan por allí durante meses. De manera que, en cierto sentido, ya comienza a resultar previsible lo que dirán muchos de los entrevistados en la fortaleza militante de la Calle Ocho, y aunque resulte útil escucharlos para fortalecer conciencias radicales o divertir a quienes piensan diferente, desde el punto de vista estrictamente periodístico comienza a ser un recurso en entredicho cuando se intenta presentar las respuestas como pulso de la opinión de la ciudad.
Desde el punto de vista estrictamente pastoral, aparentemente la visita del Papa dejó satisfecha a la grey y a los funcionarios de la iglesia, de cardenales a monaguillos, tanto en Cuba como en el sur de Florida. En ese sentido, la visita puede considerarse un gran éxito para El Vaticano y para el Papa personalmente. Y para el pueblo cubano en general, la actitud y comportamiento de los jóvenes que conversaron con Francisco en el Centro Félix Varela puede ser un motivo real de franco optimismo y confianza en que no todo se ha perdido para el futuro de nuestra nación.

Sin embargo, en el plano de la actuación del Jefe de Estado del Vaticano ante el gobierno cubano, las diferencias de opinión resultan abrumadoras. Desde quienes critican todo lo que hizo o no hizo hasta quienes alaban lo que hizo o no hizo.
Los opositores en la Isla quedaron decepcionados, no porque sus expectativas fueron demasiado elevadas, sino porque para el Papa resultaron convidados de piedra. Y algunos intentos para ser saludados de pasada dentro de un grupo mucho mayor, a lo que algunos fueron invitados telefónicamente desde la Nunciatura, simplemente no se materializaron, porque los jenízaros del “aparato” lo impidieron de “a Pepe”.
Frustrada debió quedar la presidenta argentina, Cristina Fernández, que aparentemente pretendió audiencia con Francisco, pero no la obtuvo. Se dice que el Papa la ha recibido varias veces, y que en El Vaticano consideran que el kirchnerismo utiliza esos eventos para propaganda política.
Muy frustrado quedó el exilio, fundamentalmente quienes deseaban ver bajar del avión a Rambo gritando por la libertad y los derechos humanos, y pidiendo paredón, o al menos contrición total, para los hermanos Castro y la camarilla de la dictadura. Pero, en realidad, el comportamiento de Francisco en Cuba, y sus mensajes al dictador de turno, no fue muy diferente al de sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI, a pesar de que algunos quieran inventar leyendas urbanas sobre supuestos mensajes directos o más fuertes. Ninguno de los tres Papas desechó el lenguaje críptico que caracteriza a la máxima jerarquía de la Iglesia Católica, que para algunos dice muchísimo y para otros nada.
El régimen resultó un claro ganador en esta visita, y aprovechará las ventajas obtenidas. El Papa que condena a dictadores, dinastías y líderes que no forman a sus relevos, envió desde el primer momento un cordial saludo a Fidel Castro y se reunió muy sonriente con ambos hermanos, lo que los legitima como gobernantes. Ese mismo Papa que apoya a los “frágiles” no tuvo reparos en visitar en Punto Cero ¿cómo Mensajero de la Misericordia? al mayor enemigo del cristianismo en la isla y a su familia, incluidas figuras tan frágiles como el médico Antonio Castro, turista del Mediterráneo, o su hermano Alex, fotógrafo privilegiado por ser “hijo de papá”. El vicario de Cristo, que en otros países visita prisiones y bendice presos —admirable gesto—, no lo hace en Cuba, país donde si algo abunda son cárceles. ¿Tal vez pensaba que con los indultos decretados días antes las cárceles cubanas estarían vacías? Y en el avión que lo llevaba desde Santiago de Cuba hasta Washington, entrevistado por los periodistas, en una respuesta remarcable dijo: “No tuve noticias de los arrestos…”. Aunque, históricamente, los Papas están entre las personas mejor informadas del mundo, ¿ninguno de los considerables integrantes de su comitiva ni de los muchos eclesiásticos en Cuba pudo notificarle de ese hecho?
Dicen algunos —¡tantas cosas se dicen!— que en privado Francisco apretó las clavijas a Raúl Castro en el tema de los derechos humanos y libertades personales. En estos casos, a pesar de los esfuerzos de quienes dicen tantas cosas, lo que pudiera haber sucedido en conversaciones no públicas hay que tomarlo con pinzas. Porque las leyendas han asegurado en otras ocasiones muchas cosas que después la propia vida desmiente. Así que hay que esperar para creer esas historias. Aunque es evidente que al Papa el secretismo no lo disgusta: dieciocho meses de conversaciones ocultas propiciadas por él entre los gobiernos de Raúl Castro y Barack Obama lo confirman.
Para el gobierno de Estados Unidos la visita del Papa a Cuba resulta positiva: lo que más preocupa alestablishment americano con relación a la isla es la “estabilidad” del país, al precio que sea. Y esta visita papal sin dudas contribuye a ello. Estados Unidos tiene muy claro lo que desea para Cuba, y continuará trabajando en esa dirección, a la vez que rezando porque la biología no provoque un brusco cambio de escenario en la isla, pues una ausencia de Raúl Castro antes de culminar la transición prevista podría desatar una Caja de Pandora que no le interesa a nadie.
Para el Papa, la próxima tarea geopolítica será afianzar en su visita a EEUU el proceso de “deshielo” entre Cuba y su vecino del Norte, aunque los cubanos de a pie, sus ovejas por definición, puedan quedar colgados de la brocha. Y en el plano estrictamente religioso tendrá que resolver algunos complejos problemas de y con la Iglesia Católica en EEUU, que aunque no se comente públicamente, es un pilar fundamental de financiamiento del Vaticano.
De manera que tanto La Habana como Washington y El Vaticano tienen claros los objetivos a lograr y la estrategia a seguir en los próximos meses y años. Lo cual, lamentablemente, no puede decirse también de los opositores y el exilio.
Así que hay que acabar de dejar de una vez por todas seguir maldiciendo lo que ha sido, y concentrarse en lo que pueda ser si se actúa con valor e inteligencia. Y ninguno de esos dos potenciales escasea en los opositores ni en el exilio.
Aunque en ocasiones no se utilice ninguno de los dos.

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