Ese mismo Francisco


El papa abandonó México sin reunirse con ninguno de los sobrevivientes de abusos sexuales del clero católico. Familiares de casi medio centenar de niños indígenas de Oaxaca cuyos ataques sexuales por parte de un sacerdote están documentados por el Foro Oaxaqueño de la Niñez, le rogaron ser recibidos. Lo pidió también un grupo de víctimas de parecidos episodios en San Luis Potosí. Nada, no los vio.

En octubre del pasado año, el papa otorgó indulgencia plenaria a la Congregación de los Legionarios de Cristo, fundada por el sacerdote mexicano y connotado pederasta Marcial Maciel. La congregación había atravesado por investigaciones internas y petición de perdón a las víctimas, pero pocos esperaban que el papa se inclinara tan a su favor.
Todas las giras mexicanas de sus antecesores Juan Pablo II Benedicto XVI fueron organizadas por la Congregación de los Legionarios de Cristo, una de las más ricas y poderosas de la Iglesia Católica. Ya antes de que el papa emprendiera su viaje con escala habanera, el Vaticano había descartado cualquier reunión suya con las víctimas de los depredadores sexuales del clero. Condenó en sus discursos el narcotráfico, el tráfico de personas, la corrupción y la violencia, pero no tuvo una palabra para esas víctimas y esos hechos.  
Los cubanos reconocemos perfectamente a ese papa: es el mismo que se negó a recibir a las Damas de Blanco, el que no ha tenido ni una palabra de condena para las circunstancias en que vive la gente en la Isla. Es ese mismo Francisco olvidadizo de las víctimas que reserva sus indulgencias para los violadores.

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