Desde Miami: Iroel Sánchez y su bronca con “Cuba Posible”


En estos días transcurre un duelo a sangre ideológica en la blogosfera isleña/CubaEncuentro. Jorge Dávila Miguel, Miami | 09/05/2016 9:48 am

El presidente Obama ––la noche antes de su discurso en La Habana–– tuvo un sueño revelador: su ejército de cuentapropistas, junto al ejemplar exilio cubanoamericano en Miami, traían el cambio salvador a Cuba. Obama se despertaba sudoroso y exclamaba: “¡Eureka! ya sé cómo los cubanos resolverán sus problemas entre ellos” y se volvía a dormir plácidamente. Seguramente pudo hacerlo porque no conocía la existencia de casos como el de Iroel Sánchez y Roberto Veiga. Qué fallo. El presidente americano se quedó en blanco sobre numerosos intríngulis criollos mucho más importantes que aquel mal aconsejado “qué bolá”.

En estos días transcurre un duelo a sangre ideológica en la blogosfera isleña. Es complicado, pero entretenido; circunstancial pero profundo; pasajero pero eterno. Lo provocó la columna El Corrimiento al Centro[1] de Iroel Sánchez, y la respuesta de Roberto Veiga[2] en Cuba Posible, desbordó el tema: siguen las contra réplicas y las acotaciones.
Sánchez es un analista político que en su blog La Pupila Insomne y otros medios, opina regularmente sobre asuntos cubanos e internacionales; sus posiciones se identifican con lo que se puede llamar “oficialismo”. Por su parte Roberto Veiga dirige Cuba Posible, una “plataforma de ideas” (también le llaman laboratorio) que explora, entre otras cosas, cuál será el mejor curso para la nación cuando el liderazgo histórico de la Revolución haya terminado. Sánchez no está solo: intelectuales y periodistas asociados en torno a Cubadebate opinan en su misma dirección[3] Veiga tampoco lo está[4], lo acompañan académicos y teóricos de Cuba Posible.
Y es así que dos Cubas, dos grupos de pensamiento político cubanos están chocando y chocando fuerte en la blogosfera isleña. Y muchos dirán ––una vez más–– que allá “no pasa nada”.
En resumen, lo que hacen tanto el equipo Sánchez como el equipo Veiga es polemizar sobre el futuro de Cuba. La futurología cubana tiene un copioso y fallido linaje. Desde los numerosos proyectos revolucionarios para el desarrollo ––recordemos aquel futurista Plan del año 2000 en los setenta–– hasta la sólida procesión de futurólogos vaticinando en Miami la caída del castrismo.
Pero el debate tiene su interés. Sánchez acusa a Veiga de viajar sin permiso hacia el centro político y abona la idea de que es “un nacionalista de derechas”[5] y que aboga por el multipartidismo en la Isla. Por su parte Veiga, harto de las chinitas que le viene tirado Sánchez desde hace tiempo, (sobre todo sus insinuaciones de que es un contrarrevolucionario), le riposta comparándolo nada más y nada menos que con ¡un vampiro!; con alguien que quiere, ––y se lamenta de ello–– “arruinarle los sueños”. El director de Cuba Posible entonces le larga a Sánchez un dramático ultimátum: le pide o “que se calle” o que lo acuse de unas vez por todas como contrarrevolucionario ante la Seguridad del Estado.
En efecto, Sánchez no ha sido nada suave en sus embates. Es obvio que quiere acabar con la posibilidad de cualquier otra Cuba muy diferente a la que ha existido hasta hoy. Aboga por una línea totalmente apegada a los “principios revolucionarios” y cuestiona abiertamente los “verdaderos” fines de Veiga y Cuba Posible. Lo curioso es que ambos —tan opuestos que están–– se legitiman basándose en posiciones emanadas del mismo poder revolucionario; y lo sustancial es que un debate público sobre el futuro político de Cuba era impensable hace solo unos años atrás.
El tema es imposible detallarlo en el marco de una columna; esto para los intelectuales y académicos que desprecian estas notas periodísticas como insuficientes y alguna que otra lindura despectiva. De todas formas no hay nada como el jugoso olor de la pelea desde la primera fila[6] y aquí les van todos los enlaces.
Esta disputa, esencialmente entre dos personalidades, Iroel Sánchez y Roberto Veiga, además de un debate político, denota un corrosivo desprecio y resentimiento entre los dos. Por lo que se lee, la palma de los insultos personales se la lleva Veiga contra Sanchez y la palma de las insinuaciones político criminosas se las carga Sánchez contra Veiga.
Pero viendo bien las cosas, nunca viene mal un poco de pasión, y la verdad es que tampoco nunca, nunca, nunca ha faltado ese ingrediente en las broncas “de”, “para” y “por” la Isla. Claro que hay una distancia apreciable con otras celebres polémicas que han quedado en la historia, pero al fin y al cabo ellos dos son los que están en el ruedo y cada cuál sabrá desde dónde y hacia dónde le soplan los vientos.
La pregunta es, cuantas polémicas más deberemos disfrutar hasta que algún académico, periodista, analista político o laboratorista deguste las mieles del poder ––si algún día–– y encima sea capaz de poner en práctica su imbatible, preclara, indudable y ardiente visión sobre la patria.

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