Hambre y sed de Fariñas


No es preciso dilucidar si este acto es heroico, demencial o picaresco, porque la clave radica en que no tiene el sentido político del arte de lo posible/Cuba Encuentro/Arnaldo M. Fernández, Broward | 01/08/2016 9:06 am


La huelga de hambre y sed para demandar algo es recurso de última instancia. De ella se sale muerto —como ha sucedido unas 13 veces durante el castrismo al no prosperar la demanda— o desprestigiado, por abandonarla sin conseguir nada. A este último respecto es ilustrativo el caso de Antúnez en 2014.
El 10 de febrero se declaró en huelga de hambre y sed para demandar “el cese de la violencia contra él y su esposa”, pero dejó la de sed el 15 por sentir mareos y acabó por suspender la de hambre el 20 “para unirse a la campaña de protestas en Cuba contra el régimen venezolano”. A pesar de que esta campaña concluyó hace rato y aquella violencia continúa, Antúnez jamás reinició la huelga.

Entretanto el vivo y prestigioso Guillermo Fariñas acumula 25 o 26 con la huelga de hambre y sed que anunció en su quinta o sexta carta abierta a Raúl Castro. No es preciso dilucidar si este acto es heroico, demencial o picaresco, porque la clave radica en que no tiene el sentido político del arte de lo posible. Igual arriesgan la vida quienes se lanzan por mar para zafarse del castrismo, pero al menos se plantean un objetivo alcanzable.
Mentalidad fariñásea
En alto contraste, Fariñas demanda que el Gobierno de Raúl Castro tome y publique en Granma la decisión de que los opositores no serán reprimidos, así como que “uno de sus vicepresidentes se reúna con una docena de prominentes líderes de la oposición”.
Tras casi 60 años de castrismo corriente, ni él ni la comparsa de UNPACU sumada a su huelga han entendido aún que para exigir tales cosas tienen que irrumpir “ensillaos” en el Palacio de la Revolución o tener el respaldo de cientos de miles en la Plaza ídem.
Fariñas soltó: “Es hora de que nos levantemos”, pero el pueblo cubano jamás se levantará porque lo pida alguien que se acuesta para ayunar. Y el hambre mediática queda confirmada porque, a sabiendas de que recibirá los mismos cuidados que antes preservaron su vida, Fariñas difundió su imagen de ingreso el 28 de julio y al día siguiente pidió alta médica bajo su responsabilidad para regresar a casa. No en balde había espantado el 27 de julio en la página digital de su Frente Antitotalitario Unido (FANTU) que:
“Un colaborador no público del FANTU y oficial del Ministerio del Interior”, pasó la información de que el coronel Alejandro Castro Espín “ha dado ya la orden y tomado las medidas para asesinarme enviando al Coronel René González Sehwerert (sic) —uno de los 5 espías condenados en los Estados Unidos de América de la red de espionaje Avispa— para que él en persona me ejecute en el momento que ingrese a la Sala de Terapia Intensiva del Hospital Provincial Arnaldo Milián Castro”.
Fariñas no solo tiene guayabitos segurosos en la azotea, sino que confirma el diagnóstico de Jonathan Farrar sobre la especial proclividad de los opositores a serrucharse el piso entre sí como consecuencia de la sed de recursos. Así se aprecia en este pasaje de la misma nota:
“Un informe clandestino enviado por un militante encubierto [del FANTU] que hoy milita el Partido Arco Progresista” dio pie a que Fariñas soltara: “Hago también responsables de mi muerte al grupo de falsos opositores que desde la plataforma Mesa de Unidad de Acción Democrática han cedido a las presiones del régimen para realizar declaraciones en mi contra tildándome de Enajenado Mental y oportunista, dejando al descubierto sus intenciones de desacreditar a los escasos verdaderos líderes que hoy permanecen al frente de la oposición”.
A la postre Fariñas no alcanzará nada y la comparsa huelguista terminará por desintegrarse en medio de la represión que hasta el momento discurre sin opositores baleados en la calle ni llevados a salas de terapia intensiva salvo por su propia iniciativa de huelga de hambre.
Tur-disidencia
Así y todo, el embullo y la desesperación exiliares entran en cortocircuito mediático con Fariñas. Ni siquiera se presta atención a que su brete con otros opositores venía perfilándose con suma nitidez desde la nota fechada el 1ro de julio de 2016 en La Chirusa, su barrio de residencia en Santa Clara.
Fariñas llamó tur-disidentes a los anticastristas que se niegan “a encabezar a sus compatriotas dentro de Cuba [y] casi no pueden soltar el maletín de viaje”, pues no tienen “verdadero compromiso con la libertad”, sino que “se aprovechan coyunturalmente de los beneficios materiales y espirituales de vivir por unos pocos días fuera del agobiante infierno”.
Esta rima siguió con sendas notas del 12 y el 13 de julio en Miami, enfiladas contra “viajeros perpetuos” que hacen oposición “solo hacia el exterior” y urden “acciones cívicas ficticias” a través de “un partido político u una organización dentro de la sociedad civil” que en la práctica “son ellos mismos, junto al cónyuge y hasta la suegra solamente”.
La claque exiliar queda obligada a admitir que, ya diga verdad o mentira, Fariñas ejemplifica el babiney de la disidencia y la picardía de ver la paja en el ojo ajeno. FANTU está montado con cuatro gatos y no tiene respaldo popular ni siquiera en La Chirusa. Tras viajar a Polonia para capacitarse en estrategias, Fariñas fracasó estrepitosamente al meter las narices en una protesta de cocheros en Santa Clara y pedir al exilio que abasteciera no se sabe qué comedores populares en Cuba.
Coda
La tragedia de la oposición no estriba ya en tener que arar con estos bueyes, sino en que hacerlo con ellos vale tanto como arar en el mar.

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