La calma antes de la tempestad en Santiago de Cuba

Santiago está en alerta ciclónica, los ciudadanos se aprestan a recibir el huracán Matthew. La presencia en la región de la jefatura gubernamental, encabezada por Raúl Castro, expresa la preocupación por la magnitud de la tormenta y sus posibles daños.

Aunque amaneció soleado, las previsiones meteorológicas anuncian que por la tarde noche se empezarán a sentir los primeros efectos.
Este lunes las clases se programaron hasta el mediodía. Pero hubo poca asistencia estudiantil. Y en las pocas instituciones estatales que abrieron sus puertas los trabajadores fueron liberados.
Según reportes televisivos, miles de ciudadanos están evacuados, principalmente de zonas cercanas al mar, como Cayo Granma, en la bahía santiaguera y otras áreas costeras.
Los últimos preparativos se relacionan con el aseguramiento de las viviendas y la compra de insumos.
En los barrios residenciales se trabaja en el apuntalamiento de los techos de zinc. El método empleado es poner en los techos varios sacos de arena. Hay personas en la calle trasladando equipos electrodomésticos y otros enseres a sitios seguros.
Maribel, del barrio de Santa Úrsula, muestra un rostro preocupado, mientras ayuda a su esposo a llenar sacos. "Todavía estoy pagando el crédito por los materiales que compré para arreglar los desastres del Sandy, no puedo darme el lujo de perder las tejas", dijo.
Por su parte, Ana, del mismo barrio, ya aseguró su techo con varios sacos de arena y gravilla. También es damnificada del Sandy: "Cuando entre el ciclón me iré a la casa de placa de una vecina, hemos hecho todo lo posible, me tomaré una pastilla calmante y que sea lo que Dios quiera".
Las bodegas continúan abiertas. Los consumidores han sido exhortados a sacar los procos productos de la canasta familiar: arroz, azúcar y leche.
El mal estado de estos establecimientos los hace susceptibles a que se mojen o derrumben. Las tiendas en divisas siguen asediadas, aunque las mercancías de primera necesidad ya escasean. Las mercados Ideal son los más concurridos.
El domingo en la noche la venta de galletas de dulce, de soda, de sal y de fresco instantáneo en la unidad ubicada en el distrito José martí se convirtió en un sálveme quien pueda, que requirió la presencia policial.
Los revendedores hacen su agosto. La insuficiencia de estos productos y su venta sin restricciones lo hace posible. Tienen la desfachatez de proponerlos en las inmediaciones de estos centros a precios duplicados.
En la calle San Agustín, un anciano minusválido y con demencia sentado en la puerta de su casa escucha las noticias en una radio gritó un vaticino: "Viene una cosa mala, peor que esto".
A las dos de la tarde, comenzaron las intermitencias del sol con los nublados, las calles estaban vacías y todo estaban cerrado. Quedaban trabajadores cubriendo las ventanas de cristal de algunas tiendas con paneles de zinc. En los barrios se escuchaban los televisores. Los santiagueros están a la espera.

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